Hace poco he descubierto que amasar
pan puede ser muy gratificante, por lo rico que está recién horneado, por el buen olor que deja en tu cocina, y por lo relajante que es tener entre tus manos una masa flexible y elástica durante diez minutos. He de reconocer que llevo poco en esto de hacer pan, desde que me hice con una carpeta llena de fichas con recetas de todo tipo de pan:
baguette o pan francés, pan de cebolla, pan con frutos secos, bagels, etc., y un día probé a hacer una. La verdad es que la primera vez no sale muy allá, pero aún así nos lo comimos. Sin embargo cuando le coges el truco, como a todo, merece la pena y os animo a que lo hagáis, es muy sencillo y barato.
Algunos no sabrían representar a un francés sin su baguette. Este pan blanco, refinado y de forma alargada, apareció en el siglo XVII en la corte del Rey Sol. El pan negro era para el pueblo. Hoy, a pesar de la gran variedad de panes que hay, se continúa apreciando su corteza fina y crujiente y su miga esponjosa.
Ingredientes para 3 baguettes:
500 g de harina de trigo ordinaria tamizada
100 g de harina blanca muy fina tamizada
15 g de levadura fresca de panadero
2 cucharadas de café de sal
40 cl de agua templada
1 cucharada de café de sal dentro de 10 cl de agua para el glaseado
1 cucharada sopera de aceite